[La barca]
[La Barca]
1
Como si durmiera
como si un beso de mujer me cerrara los párpados
como si descansara tendido en un lecho de vapor
me dejo conducir
por esta barca que boga hacia la muerte
Duermo lo sé y dormido me acerco
al trabajo del día
abro libros, carpetas, archiveros : puertas
hacia mundos difusos, en donde alumbran soles de granito
Dicto, reviso, doy curso a la agenda, diseño una estrategia
comercial las motivaciones el aplauso
y a las cinco sin más recojo mi esqueleto
cierro con doble llave los cajones
y vuelvo a mi refugio en una roca
A veces busco al fin reconocerme
pero no veo mi nombre en los archivos
el gafete es borroso y el cristal de mis lentes está roto
Afuera cae la lluvia y me toca los párpados
como los labios de una mujer hermosa
como si estuviera tendido en una alfombra
que se eleva sobre las azoteas
mientras abajo las luces de las barcas
esperan en penumbra a sus viajeros.
2
Luego el tiempo detiene sus relojes
la película enmudece y cada imagen cada cosa
los elementos del mundo la estructura del pensamiento
quedan en suspenso
Entonces las palabras aparecen
fluyen sin que su movimiento las delate
impregnan mis arterias extienden sus membranas
empapan este aire que respiro en la penumbra de mi cuarto
flotan sobre mi pecho se hunden
debajo de la cama en las cortinas
corren entre las grietas del cemento
abren fisuras finas en paredes y pisos
revientan la puerta y las ventanas
asoman a la calle y extienden sus tentáculos
para cubrir la redondez del mundo
Luego viene la niebla nuevamente
la torpeza del alma el tropezón del cuerpo
Me levanto de nuevo con esfuerzo
doy unos pasos hacia la cocina
: mi mano abre el refrigerador
el tacto encuentra (siempre) la cerveza
los dedos sacan la corcholata fría
la garganta se alivia al paso del remedio
Pero los ojos en la oscuridad advierten
que el mundo que la vida el escenario
es una barca rota que se eleva
un pájaro de polvo que se mueve
entre árboles y espuma edificios letreros
luminosos abiertos (como un sol de mercurio)
hacia la línea líquida que marca el azul territorio
de la tibia garganta de la muerte.
3
El fulgor se levanta desde el lado amarillo de mi sangre.
Un puñado de clavos construye mi madero mientras los dedos buscan estrellas moribundas a las puertas del día que ya desciende.
Y yo, como si durmiera en un lecho de niebla
en un navío construido por mis manos
me deslizo hacia la catarata.
(¿He dicho manos? ¿he dicho que me deslizo? ¿he dicho catarata?)
escucho mis palabras como ajenas, como si mis labios las recogieran de algún campo de ortigas
Suena sobre azoteas un saxofón lejano
su melodía revela el pulso de mi cuerpo
dibuja círculos dorados en mi frente
y abre el ala del alma para tender el vuelo.
Ah, la ciudad emerge bajo el sol casi muerto
esta tarde caída saturada de ozono
La colonia esta quieta como nave apagada.
Un hombre cruza una esquina; otro se desvanece convertido en silencio.
Hay luz en algún cuarto de aquella casa verde.
Hay pasos en la calle.
Enfoco la mirada para en contra en ella
la grácil indolencia de una muchacha limpia que se acerca
su figura es difusa entre vapores de plomo
su sonrisa,
más allá de la bruma, es un anuncio de dentífrico
Sé que viene de lejos hasta esta puerta ámbar que la espera
hasta este cuarto oscuro donde duerme mi cama.
Yo la miro llegar, entrar, nombrarme : oiga, me dice
y su voz me rodea y me toca y me cubre
y ella se queda quieta
y sus ojos me miran y es tersa como la música
y su piel es un trozo de luna
y yo
anticipo el alivio de sus manos recorriendo mi espalda
la flor del labio suyo, abriéndose, como un pequeño corazón
sobre mis hombros mi cuello mi presente
sus palabras de amor, mal masculladas, cayendo en mí, dándome forma
su abrazo su latido su caliente
aliento el movimiento lento de sus muslos
la cadera que guarda un puñado de aves
que suelta sobre mí como si fueran apenas mariposas
Mientras la veo, toca mis párpados el dedo de la noche.
Ella se acerca más, llega, me besa y caigo, bien lo sé,
en otro sueño en donde encuentro a este
hombre que soy de camiseta blanca,
tecleando en soledad y construyendo
su historia que es la misma que aquí traza
esa otra mano que me escribe a mí
y te construye a ti, lector amigo
para que estés presente en este texto
4
Ahora la muchacha otra vez me toca
me conduce a la cama o la conduzco
tiene los ojos verdes y su voz difumina
esmeraldas en las llanuras de mi cuerpo
cada palabra suya me devuelve un fragmento de una canción perdida
saca de la tiniebla una pieza de este rompecabezas que yo soy
y la coloca con sus pequeñas manos en mi oído
tendido, mientras besa mis párpados
yo caigo en otra soledad, en otro viaje
y veo ahora mi cuerpo
mirar desde la barca el agua que transcurre
y el misterio del sol que adelgaza su canto
mientras cruzo por fin esta frontera
de latido y aliento, flor y carne.
5
¿Pero qué vale más? : Haber vivido
Conocer la victoria del cuerpo sobre el alma
La de la tierra sobre el Paraíso
El triunfo de la desnudez sobre el dolor
Del beso sobre la filosofía
La victoria del hombre que entregó a la mujer esa manzana
y la obligó a soñar con la serpiente
Escucha, amor
: más que la sangre fría de aquel ofidio
ardió la nuestra, Eva, como el mercurio en una playa insomne
como la reverberación de una guitarra alcohólica
como las hojas de los tabachines bajo un sol de mediodía
como los párpados cuando una mujer desata la lluvia sobre ellos
como el cuello cuando enciende su vena y se somete al golpe del amor
como la amarga sangre que se evade benigna de tu vientre
Ardió porque el amor, esta presencia que nunca nos tocó en el Paraíso
persiste aquí, mujer, junto a nosotros, con su cuchillo hiriendo nuestros muslos
Y sin embargo, no sabemos por qué, el dolor no acaba;
como diente se expande
y disemina arañas en el cuerpo
Nos mata disfrazado
emigra como cáncer entre vísceras
hasta encontrar un sitio para tejer su larva
Y sin embargo, el hilo de mi voz
reconstruye tu rostro, y mi mirada
desciende cada noche sobre tu cuerpo breve
para forjar en él puentes y mapas
Mas, ay, hermana mía
el guardián derrotado en aquel huerto
el arcángel del acero envuelto en llamas
asecha nuestros pasos, nos observa
Yo sostengo mi voz contra su furia
mi pensamiento puro contra su espada ígnea;
pero, cada mañana
encuentro ante el espejo los estragos
de estas guerras nocturnas que no cesan
contra esa sombra antigua que nos sigue.
6
Busco, una y otra vez, el licor de tus ojos
el abrazo del cuerpo, tuyo, Eva,
porque sólo tu desnudez vence a la muerte.
7
Esta noche he bebido una copa de luna para abrir la esperanza
y como si despertara, como si un beso de mujer me tocara los párpados
como si aún a mi lado la muchacha estuviera
lanzo mi alma al río en busca de una tabla
y ante el cielo confío
: que en nombre del amor
los dientes de las aguas me concedan
el paso
de una vez
hacia la tierra otra
hacia la otra orilla.